ENTREVISTA: Juan Manuel Berges, presidente del Cecal de la Sierra de Albarracín

El presidente del Cecal, Juan Manuel Berges, presentó este sábado, en la cuarta jornada sobre patrimonio cultural inmaterial de la Sierra de Albarracín, su estudio de la cultura de la piedra y las construcciones pastoriles de esta zona de la provincia.

¿Qué busca este estudio sobre la cultura de la piedra en la Sierra de Albarracín?

– Este es un proyecto ambicioso que consiste en poner en valor la cultura de la piedra que aquí en la Sierra de Albarracín tiene su importancia pero que no hemos profundizado. Lo que pretendemos es sacar a relucir todas esas construcciones de menor calado, empezando por las construcciones pastoriles pero también con las de oficios antiguos como colmeneros, palomares, pegueras… todas estas construcciones también ligadas a la ganadería y, luego, seguir con construcciones civiles públicas y también con algún tipo de religiosidad como pueden ser los peirones, que eso ya está trabajado.

¿Cómo eran las construcciones pastoriles de la Sierra de Albarracín?

– Lo que son las construcciones pastoriles hemos hecho un inventario. Hemos ido una por una localizándolas con gente mayor, con cartografía, con Sitar, foto aérea. Se han localizado unos 2.000 elementos. Algunas unidades están compuestas por varias, como si fuera una reala, y nos da una cifra en torno a las 3.000. Entran masías, masadas, parideras, corrales, apriscos de pastor, los chozos, incluso las ventas, porque están ligadas al transporte terrestre pero también a la trashumancia. Tenemos una ficha de cada unidad con un análisis, con sus fotografías correspondientes, con su identificación en GPS. Ahora lo que estoy haciendo es el estudio.

¿Qué se va a analizar en ese trabajo?

– Quiero que sea una cosa divulgativa, que a la gente le llame la atención, que sea una cosa visual y que la gente vea que una paridera, por hundida, nunca distorsiona un paisaje. Hay un respeto sobre una cultura en la cual ni lo ha hecho un arquitecto, ni un especialista, es una cultura del boca a boca, de tradición que ha ido de persona a persona. Los padres les han ido explicando a sus hijos cómo se construye, cómo se orienta, cómo tiene que ser una puerta, cómo se abre el portal, el cubrimiento en función de si es verano o invierno,… en definitiva, que hay un sistema económico que nos está dando la luz.

¿Hay alguna conclusión ya sobre estas construcciones?

– Sí, la primera es que, tanto en la Edad Media como hace unos cuarenta o cincuenta años, existía el minifundismo pastoril. Eran pequeños apriscos. El que no tenía tierras tenía una pequeña cueva en la que podía cobijar sus 20 ovejas o 20 cabras, otros lo que hacían era agrupar en un terreno determinado, en las zonas más cálidas, una serie de parideras juntas para optimizar recursos porque no iban a trashumar. En definitiva, es poner en valor ese sistema constructivo sencillo, útil, que tenían estos antepasados porque era la época en la que predominaba la ganadería en estas tierras.

¿Complementa a lo que era la trashumancia?

– Siempre nos hemos fijado en la trashumancia como el gran fenómeno de la Sierra del Albarracín, los ganados van al sur, pero nunca nos hemos planteado que también en la Edad Media había ganado estante que se quedaba durante todo el año. Era más pobre, la riqueza era la lana y la lana era mediocre pero también tenía su valor, no producían dos corderos, producían uno porque la alimentación era pobre,… pero ese ganado estaba y la gente subsistía con él.

¿Algunas de esta construcciones están más conservadas?

– Hay algunos, los más interesantes son una serie no muy elevada de torrucos que están hechos con bóveda de falsa cúpula en piedra seca, están localizados en Villar del Cobo y en Monterde, también en Orihuela y en Bronchales. Hay unos elementos singulares. También hay dos o tres ejemplares interesantes de chozos, construcciones parecidas a las de los pasiegos, un muro del aprisco y la parte superior cubierta con sabina y con ramas y encima tierra o barro. Si han dejado de utilizarse hace varias décadas eso es un material que se deteriora y necesitaría una restauración permanente. Dentro de lo que son corrales los más interesantes son los que están en cuevas o en sinclinales del terreno porque exigía una especialidad técnica para poderlo realizar. El hombre serrano era muy inteligente y buscaba siempre determinados sitios para su ganado.

¿Cómo se va a divulgar este patrimonio?

– Vamos a habilitar una serie de rutas para poder visitarlos, donde hay una acumulación importante aunque algunos de ellos estén deteriorados. Por ejemplo, el Barranco de la Hoz en Jabaloyas o el trayecto del río Berro entre Calomarde y Royuela. Nosotros nos dedicamos a investigar pero no solamente para que se queden las cosas en los libros sino para darles utilidad práctica y eso es lo que se pretende.

Fuente: Diario de Teruel