Durante los próximos seis meses, los rebaños pastarán en los encinares de las estribaciones de Sierra Morena.
Tras un viaje a pie que ha durado 24 días y con 536 kilómetros en las piernas, cuatro ganaderos de ovino de Guadalaviar llegaron la pasada semana a los pastos de invernada en la localidad jienense de Vilches, donde los trashumantes turolenses son conocidos popularmente como «los serranos». Su odisea a través de la Cañada Real, cada año más estrecha y con más obstáculos en su recorrido, mantiene una tradición agropecuaria que se remonta a la Edad Media. A pocos kilómetros de Vilches, La Carolina, es otro de los destinos favoritos de los pastores de la sierra de Albarracín. En total, 85 ganaderos de la comarca trashuman a Andalucía y Castilla-La Mancha, menos de la mitad que hace dos décadas.

Ismael Martínez, presidente de la Nueva Mesta de la Sierra de Albarracín, inició su viaje el día 31 de octubre con otros tres compañeros de Guadalaviar: Vidal Martínez, Urbano Soriano y Arturo Soriano. Llegaron a su destino el 23 de noviembre. Les habían precedido sus respectivas familias «para que los niños puedan iniciar a tiempo el curso escolar».

Las dos hijas de Ismael -Ainsane, de 13 años, y Nadia, de 8- le abrazaron a su llegada a Jaén, donde, al igual que sus colegas turolenses, se siente perfectamente integrado. Resalta, como muestra de la buena sintonía con la población local, que tres de los cuatro pastores que realizaron conjuntamente el desplazamiento están casados con mujeres de Vilches. El presidente de la Nueva Mesta explica que hasta hace unas décadas pasaban el invierno en cortijos sin ninguna comodidad pero «ahora, sobre todo para que los niños vayan al colegio», tienen casa en el pueblo. «Tenemos dos hipotecas, una por la casa de Guadalaviar y otra por la de Vilches», bromea el ganadero.

La acogida en las zonas de invernada es perfecta, como corresponde a una relación secular. El alcalde de Vilches, Bartolomé Guijo, explica que la llegada de los trashumantes turolenses «es un momento muy esperado por los vilcheños». Añade que se ha establecido una estrecha relación personal entre los naturales y los pastores trashumantes. «Son unos vecinos más, aunque de temporada», añade. Los hijos de los pastores turolenses van al colegio en Vilches, tienen sus pandillas de amigos en el pueblo y las relaciones personales son muy estrechas. Guijo explica que su propia hija comparte aula con hijas de trashumantes. La integración es «estupenda» asegura el alcalde.

El desplazamiento de este otoño ha sido benigno por lo que respecta al tiempo, a pesar de las lluvias registradas. «El tiempo ha sido bueno, porque en 24 días hay jornadas de frío, viento, sol y lluvia, pero la nieve, que nos complica mucho el desplazamiento, no ha hecho acto de presencia», dice Ismael. Para hacer más llevadero el periplo y como punto de apoyo, un vehículo les acompaña para preparar los lugares de pernoctación y llevar la comida.

Entre los cuatro pastores de Guadalaviar suman 3.000 cabezas de ovino. Afirman que, a pesar de la dureza del viaje, sigue siendo rentable desplazarse a pie porque los camiones salen demasiado caros. El desplazamiento de las reses en vehículos costaría 8.000 euros, una cifra que pone en entredicho la rentabilidad de las explotaciones. Solo dos de los 14 ganaderos de Guadalaviar y Frías que se desplazan a Vilches y La Carolina lo hacen sobre ruedas.

Al gasto del transporte Ismael Martínez y sus compañeros tienen que sumar el alquiler de 1.000 hectáreas de dehesas, parte de ellas municipales, para pastar durante el invierno. La caída de la rentabilidad del ganado y la dureza del viaje han reducido a su mínima expresión la trashumancia.

Martínez advierte de que si la tendencia actual no se invierte esta práctica pecuaria camina hacia la extinción. De momento, lo único seguro es que durante los próximos seis meses el ganado cambiará los pastos intercalados entre pinares de la sierra de Albarracín por las extensiones salpicadas de encinas al pie de Sierra Morena. Si no hay imprevistos, en junio harán el viaje invierno hacia las tierras altas de Teruel. Como ocurre desde hace más de mil años.

Pastos entre encinas. Los rebaños procedentes de la sierra de Albarracín cambiarán durante seis meses los pastos que crecen entre pinares por la hierba que alfombra los encinares de Sierra Morena.

Reencuentro familiar. Ismael Martínez, presidente de la Nueva Mesta de la Sierra de Albarracín, recibe el abrazo de su hija Ainsane al llegar a Vilches (Jaén) tras recorrer a pie más de 500 kilómetros.

Fuente: Heraldo

Fecha:04/12/2011