¿Hay algo mejor que visitar un lugar que te han dicho que es precioso y que se cumplan todas las expectativas? Pues sí, que ese sitio tenga más cosas que desconocías y que también sean impresionantes. Algo parecido le ocurre a la bella Albarracín , que, aparte de su cuidada muralla y sus miradores de postal, tiene un entorno maravilloso que enseñarte.

PINTURAS RUPESTRES

El verde brillante de los árboles de la mano del rojo intenso de la arenisca, desmenuzada en algunas franjas en absoluta arena de fuego. Casi lindando con la también cobriza Albarracín, encontramos el Paisaje Protegido de los Pinares de Rodeno, un tranquilo y extenso bosque de pinos, como su propio nombre indica, en el que, aparte de poder seguir rutas de senderismo, te verás sorprendido por la cantidad de pinturas rupestres que tatúan sus abrigos.

Las excursiones que tienes que hacer durante tu visita a Albarracín

La maravilla de ver la naturaleza a tus pies

Uno de los aspectos positivos de este entorno son sus accesos habilitados, con amplios aparcamientos para los coches y, sobre todo, un sendero asfaltado apto para personas con movilidad reducida, que salva notablemente muchos de los desniveles del terreno.

Como decíamos, el pinar es famoso por albergar una gran cantidad de pinturas rupestres que pertenecen a la corriente levantina, caracterizada por representar figuras humanas de una manera esquematizada y la utilización del color rojo, aunque en algunos abrigos se han encontrado pinturas realizadas en tonos blancos, lo que no es tan habitual en el arte levantino.

Estas pinturas del paisaje protegido, junto a otras muchas aparecidas en la Comunidad Valenciana, Murcia, Andalucía, Cataluña y Castilla-La Mancha, forman un conjunto llamado arte rupestre del arco mediterráneo, que la Unesco incluyó en su lista de Patrimonio Mundial en 1998.

Lo contamos no por arrojar el típico dato de oficina turística, sino para poner las pinturas a la altura de su merecido valor pese a que, en algunos abrigos, es complicado discernirlas: el paso de los siglos, las condiciones meteorológicas y la utilización en ocasiones de pigmentos rojizos muy en la línea de la arenisca que le sirve de soporte han provocado que algunos dibujos sean apenas perceptibles para el ojo humano de tan etéreos, incluso con la ayuda de unos paneles que indican las figuras que puedes ver en la roca.

Paisaje Protegido de los Pinares de Rodeno

El Paisaje Protegido de los Pinares de Rodeno

Aún con todo, el famoso arquero que sirve de logotipo turístico, los caballos y los toros que podemos ver en la roca merecen sin lugar a dudas la visita, para hacernos una idea de la vida de los antiguos moradores de esta zona, para sumergirnos más en nuestra exploración por los alrededores de Albarracín y, como siempre que pasa al contemplar pinturas rupestres, para darnos cuenta de lo inmensamente antigua que es la humanidad.

ACUEDUCTO ROMANO

Si eres curioso, si eres aficionado a la historia, a la ingeniería o, en definitiva, eres una persona que sabe lo que le conviene, te gustará nuestra siguiente proposición: el acueducto romano que va de Albarracín a la localidad de Cella.

Pero, antes de pasar a cantarte sus virtudes, te pedimos que cierres los ojos y te despojes de toda imagen preconcebida de acueductos que te venga a la cabeza. Olvídate de que vas a encontrarte con algo parecido a los acueductos de les Ferreres o de los Milagros y, por supuesto, no te esperes el de Segovia.

Paisaje Protegido de los Pinares de RodenoPaisaje Protegido de los Pinares de Rodeno

El entorno de los Pinares de Rodeno es impresionante

¿Ya los tienes cerrados? Bien, porque lo que vas a visitar no es un acueducto construido de manera regular, sino horadado en la piedra, lo que nos obliga a emplear otra vez la cacareada fórmula “brillante ingeniería romana”. Pero es que, ante esta inteligente proeza, no queda otro remedio.

Los romanos excavaron una suerte de túneles de unos 25 kilómetros de longitud por los que hicieron discurrir el agua del cercano río Guadalaviar hasta Cella. Se estima que pudo ser realizado en el siglo I y a nuestros días han sobrevivido algunos tramos, siendo uno de los más espectaculares el del conocido como Barranco de los Burros.

En este último puedes dar un pequeño paseo por un espectacular cañón hasta llegar a la zona donde aparece el acueducto, al que por supuesto puedes acceder. El silencio y las vistas en este barranco escarpado son sobrecogedores, y nosotros te recomendamos que te regales ahí un buen rato de introspección.

Y si no has saciado tu curiosidad y te has quedado con ganas de más, puedes completar la visita con los otros tramos del acueducto, que aparecen a lo largo de toda la carretera que lleva de Albarracín a Cella. Una visita muy instructiva que a todos sorprende, porque no todos los acueductos son como el Pont del Gard

BARRANCO DE LA HOZ

Para terminar nuestra oferta variada, vamos a hacer algo diferente, vamos a sumergirnos en el agua. Bueno, no de manera literal, pero poco le falta. A unos 20 kilómetros de Albarracín se encuentra el pequeño pueblo de Calomardedonde se inicia la cada vez más conocida ruta del Barranco de la Hoz, un recorrido precioso paralelo al que hace el río de la Fuente del Berro.

El paseo te llevará de estar acompañado por los pinos a verte obligado a agacharte cuando el barranco se estreche, todo ello con el continuo arrullo del agua de fondo y los juguetones cambios de luz. Bien acondicionado y con la posibilidad de ir acompañado con perros (aunque cuidado en algunos tramos) , este refrescante sendero que se abre paso entre la roca te deja con la boca abierta. Presta atención a no bloquear el camino cuando vayas a hacer fotos, que nos conocemos.

Para redondear la experiencia, lo mejor es empezar -o terminar, a tu gusto- con una visita a la Cascada de Calomarde o Cascada Batida, una salvaje caída de agua, no excesivamente grande, pero de una belleza indómita. Como en el resto de los sitios que te hemos sugerido, el acceso también es excelente en la cascada, con un parking a escasos metros y un sendero descendente señalizado.

La salvaje Cascada de Calomarde