Bodas de Isabel / Un alma rota por un beso

«Un beso que recuerde siempre». Eso es lo que le pidió un temperamental Diego ayer a Isabel en el balcón de la Caja Rural ante miles de personas. Ella acercó sus labios a los de él peligrosamente, pero finalmente lo apartó y le negó lo único que él reclamaba tras cinco años luchando para hacer fortuna y poder convertirla en su esposa. El corazón del amante quedó helado, como el cielo de Teruel y en ese momento la nieve, que acompañó a Diego desde su entrada al Torico, comenzó a caer con mucha intensidad.

Los «geniales efectos especiales» como algún espectador los calificó sorprendieron al público y también a los actores, que sin embargo siguieron actuando como si nada.

El joven llegó a Teruel feliz porque por fin iba a encontrarse con su amada, pero la alegría se tornó enfado cuando descubrió que Isabel ya no era doncella sino que se había desposado con Pedro, el bastardo de los Azagra.

En su entrada a Teruel sus hermanos le obligaron a pasar a saludar a su madre: «Madre, que tu corazón no mentía, que es verdad que Diego está vivo», le anunciaron sus otros hijos. Ella, al igual que el resto de la familia no quería que fuera a ver a Isabel y le pidió que le jurara por Dios que no iba a derramar sangre, «ni tuya ni de ningún otro hombre». Pero Diego está furioso. La mujer con la que ha soñado «noche tras noche» durante cinco años, como explicó Esteban, su escudero, para justificar que le había abierto la cancela de Isabel, se ha casado con otro.

La joven le adeuda un beso y él acude a por él pese a las advertencias de Simona. La adivina reconoció que no fue del todo sincera con Diego cuando acudió a consultarle antes de ir a la guerra y que aunque Isabel le querrá siempre, como vaticinó, ella divisó en cuanto Diego salió de su casa «una bandada de cornejas hacia Poniente» y las entrañas del carnero que sacrificó eran negras, signos inequívocos de que «la partida no la ganaría el amor sino la muerte», justificó la hechicera, cuyo personaje ha ganado este año protagonismo y ayer acompañó a Diego hasta la misma puerta de su amada.

Todos le advirtieron de que no debía subir a ver a Isabel a sus aposentos, pero él lo tiene claro: «Si esta noche no consigo ese beso, me da lo mismo morir que vivir estando muerto», aseguró. «Todo te abandona», le dijo Simona, «la suerte al nacer segundo, te abandonó isabel y hoy te abandona el juicio», lamentó la adivina.

Pero Diego accede al balcón e Isabel, a medio camino entre la alegría por verlo con vida y la tristeza por saber que nunca será suyo, corre a su encuentro y ambos se funden en un cálido e intenso abrazo como los que se daban cuando jugaban juntos de niños por las calles de Teruel.

El amante le manifestó que ya sabía de su boda y que solo había acudido a por un beso, pero Isabel mostró todo su carácter, le reprochó los cinco años que llevaba esperando y le recordó que cumplió la promesa de esperarle hasta que anunciaron su muerte, momento en el que tuvo que acatar el deseo de su padre de casarla con el de Azagra.

Diego insistió en que le diera «un beso» que les «convierta en uno» -dijo, pero ella le recordó que ha prometido ser caballero: «Y caballero he sido, pero ya no sé ni quién soy», dijo cabreado el joven. Los rostros de ambos jóvenes se acercaron y sus labios quedan a pocos milímetros, pero finalmente Isabel lo apartó. A la joven le duele tanto como a Diego, pero es mujer casada. El sufrimiento se refleja en el rostro del amante, a quien Elvira, el aya, saca a tirones.

Pedro de Albarracín sale entonces al balcón e Isabel, que está llorando,

La magistral interpretación de Eva Vázquez y David Caballero arrancó el aplauso de las miles de personas que se concentraron en la plaza del Torico para presenciar la escena. Los espectadores fueron muy activos durante todo el espectáculo y las muestras de admiración se oyeron en varios momentos de la representación. Uno de ellos fue cuando Diego llegó al balcón y, por supuesto, cuando ambos se abrazaron impulsivamente. El momento en el que los labios casi se rozan también resultó sorprendente para el público y hubo quien incluso llegó a pensar que este año Diego se iba a ir del balcón con el famoso beso. Sin embargo, el momento más aplaudido fue sin duda cuando Diego se desplomó sobre el escenario. «Se me ha roto el alma, lo sé, es más débil de lo que hubiera pensado», dijo antes de caer ante la sorpresa de los que estaban con él.

Las anunciadas lluvias sumadas al frío viento que soplaba ayer en Teruel hizo que a pocos minutos de comenzar la representación todavía hubieran huecos libres en el lugar donde transcurre la escena principal de Las Bodas de Isabel.

Fuente: Diario de Teruel